martes, 6 de abril de 2010

Dos puntos. Punto.

Tener y no tener.
Querer y no querer.
Desear el peligro y temer al deseo.
Dar y no recibir.
Recibir y no permitirme dar.
Soñar despierta.
Dormir insomne perdida.
Guardar en la boca del estómago una palabra tuya, que no se pronuncia.
Contemplar cómo el desastre lo va invadiendo todo igual que una lengua de fuego. Y cerrar los ojos para sentir su calor. Y abrigarme ahora, porque se apagará en mi cuerpo; helado y exhausto, sangrante y calmo.
Anochezco en este principio.
Y digo: adiós, digo: qué pena, digo: jódete.
Callo y caigo.
Me levanto y ando.
Camino ¿camino?
Al menos, tengo. Menos mal que me tengo.
Me tengo en pie, tengo un abrazo cuando lo necesito, mantengo los ojos abiertos de par en par. Siempre; es mi retrato exacto en la medida del caos.
No basta con entender.
Puedo ser poco alegre. Puedo perderme en la maraña de calles. Puedo buscar el filo de las cosas y de las palabras. Puedo componerte una canción o cocinar. Pero no lo haré.
Y digo: punto.
(.)

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