lunes, 31 de mayo de 2010

Para qué

Para qué mi voz y estas líneas. Cuando recorro mi paisaje interior con temor a encontrar algo más que me dañe, algo que otros puedan hallar que no quiero que conozcan.
Escribo para entenderme. Lo hago público para que me entiendan y aún así, no tengo claro que eso sea posible, que sea lícito y que no sea más que pornografía emocional repleta de malformaciones.
No me gusta sentirme perdida. Sé que es necesario. Perderse para encontrarse, perder a alguien para que te encuentre, dejarse perder y no echarse a perder.
En un mundo en que se mata y se tortura, se invade lo público y lo privado, se resta importancia a lo esencial y la frivolidad se convierte en la moneda de cambio, me siento perdida. Y busco algunas palabras que den en la diana como ancla a la realidad cuando la locura se convierte en un plato tan apetecible...
¿Es posible que sirva para algo?
¿Qué podemos hacer desde la palabra o la intención?
¿Puede el arte mantenernos en lo humano?
Quizás dejamos de serlo hace tanto tiempo... que no somos capaces de asimilar la pérdida.
Pero algo podremos hacer, algo, no sé qué.
Sí, lo sé, no lo digas, mi entusiasmo es fascinante.
El entusiamo, en definitiva, sigue relacionado con la locura.

A partir de ahí ¿hacia dónde?
¿lo sabes tú? ¿y tú?
vamos? vienes? voy?
llego? te llego?

Para qué preguntar.

martes, 25 de mayo de 2010



La fascinación de lo difícil
Ha secado la savia de mis venas
sustrayendo la alegría y el natural contento
de mi corazón. Hay algo que daña nuestro potro
Para que tenga, como si no tuviese sangre sagrada
Ni hubiese saltado en el Olimpo de una nube a otra,
Que estremecerse bajo el látigo, las dificultades, el sudor y el sobresalto
Como si arrastrase un carro gravero. Malditas sean las obras teatrales
Que hay que montar de cincuenta maneras...

W.B.Yeats

lunes, 24 de mayo de 2010

Mi voz

Pregunto por mi voz.
¿Alguien la ha visto por ahí?
Es una voz redondita con ciertas pretensiones afiladas. Dice siempre saber dónde va pero se pierde más a menudo de lo que debiera.
Quizás la hayan escuchado deslizarse entre conversaciones de bar o asirse al instante entre dos silencios. Pasa como un ángel aunque sin intención de redimir.

Mi voz ha conocido mundo en las vidas ajenas y cuando alguien, alguna vez, le pregunta: y tú? se reduce tanto que cabría en el surco de una mano.
Por ello, ahora la busco.
No sé si perdió o alguien quiso saberla. No sé si marchó en busca de aventuras y no encontró el camino de vuelta.
Si la encuentran, traíganla porque tengo algo que decirla.

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