domingo, 28 de febrero de 2010

Tarde de domingo

Nunca serán suficientes ni los besos ni las palabras.
Seguiré buscando por encima de la gente, al otro lado de la sombra.
Digo lo que pienso, tengo esa fatídica manía. Pienso mucho y resuelvo poco es la única explicación.
Cuando el dolor no es suficiente me abro heridas con letras de canciones, con vasos manchados de carmín. Y lloro, lloro por dentro como lloran los animales.
Llaman a eso talento; entonces, río.
No habéis conocido la noche en que quise fundirme con el suelo, ni el vértigo que produce una fosa abierta con tu nombre. No tenéis ni puta idea de lo que significa vagar por una ciudad que te devuelve tu imagen extranjera.
Entregué algo hace tiempo y no me lo devolvieron. Ya no me importa.
Es el vacío de las miradas lo que acrecienta mi furia. Y mi furia es tan eterna como lo son las noches de excesos.
No voy a encontrarlo no voy a encontrarlo. Nada sabe completarme, nada encaja como esa llave que siempre amanece manchada de sangre.
Cállate y sé tú.

jueves, 25 de febrero de 2010

El síndrome de Lot

Siempre es lo mismo, nunca es igual.
Conozco a alguien  que no quiere mirar. No mantiene los ojos cerrados, ve, pero su foco está dirigido hacia dentro y hacia aquello que le sucede a ras de piel. Ignoro si se mira el omblogo o solamente al espejo pero sé, hay cosas que sé, que si mirara más allá se resquebrajaría su mundo.
Conozco a alguien ue huye hacia delante. Ha echado a correr sumergido en una nube liségica y se ha anestesiado el alma a base de extenuarse el cuerpo. El día que se detenga, porque ese día llegará, no podrá evitar mirarse a los ojos.

Y me pregunto en qué lugar situarme.
¿No quiero mirar?
¿No permito que mire mi cuerpo?
 Me temo ue he emprendido una carrera a la deriva con los ojos cerrados y que la ostia que me voy a pegar va a ser magistral. Sólo así aprendo.
EN SAL, QUIERO CONVERTIRME EN SAL.

domingo, 21 de febrero de 2010


Ya está
Llora, canta, ovíllate como un feto y olvida por unos momentos, esta intensa sensación de "estar cargando el cuerpo"
Pasó la muestra de la Cuarta, y dejó un reguero en mí de pequeñas hogueras. Alicia ha dado sus primeros pasos con vacilación, sin demasiada confianza en mí. Confunden a Alicia conmigo. Hay una Alicia en mí, qué duda cabe. Existe una niña insegura que se partiría la boca con la vida con tal de pasar desapercibida, pero Alicia tuvo un nombre y su final. Por ella he movido, removido y conmovido mi escritura.
Creo que la he traicionado. Y siento sus ojos clavados en mi nuca como si quisiera una respuesta que aún no conozco.
Me duelo por las palabras.
¿Dónde van a morir las caricias que no hallan lugar? dice Clara

Y hoy, tras esta noche extraña de infinitos gestos congelados me lo pregunto más que nunca.

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