domingo, 31 de enero de 2010

Seguimos a Alicia

Clara cantaba una nana a Paloma cuando de niña, sentía miedo. Intentaba llevársela a ese terreno maravilloso del sueño.
A Alicia probablemente, nunca le cantaron una nana por eso sus miedos permanecen con ella y crecen con su cuerpo y entorpecen ese cuerpo.

Nana de Sevilla. Lorca y la Argentinita, 1931


No recuerdo si me cantaban nanas, sé que a veces me canto yo una, intentando aplacar amaneceres como éste, en el que presiento la pena de haber perdido algo de mí en otra mirada, cuando creo que nunca reuniré las piezas que he ido esparciendo en la gente que amé o en la que deseé amar.
Y duele, duele con furia, con rabia, como una patada en el vientre, duele como sólo duelen las cosas que ya pasaron y las que pudieron pasar.
Soñemos.
 

jueves, 28 de enero de 2010


Sólo vine a ver el jardín.
Tengo frío en las manos.
Frío en el pecho.
Frío en el lugar donde en los demás se forma el pensamiento.
No es éste el jardín que vine a buscar
a fin de entrar, de entrar, no de salir.


Por favor, no creas que me lamento.
Si comprendieras la voluptuosidad de comprobar.


Me amaron, a lo menos eso dijeron,
muchos me amaron porque no soy parecida más que a mí
y por otros imponderables más bellos que la sonrisa de la Virgen de las Rocas.
Yo, ahora, creo amar y me siento acabada, epilogada.
¿Cómo aprender los gestos primarios
de las pasiones elementales?


No me consuela
ALEJANDRA PIZARNIK 1972

martes, 26 de enero de 2010

Sucede en algunas ocasiones:
comienzas una escena con algunas, pocas, cosas claras, que si el personaje que si el conflicto que si la trama... Escribes dos o tres líneas, las consideras cojonudas.
Escribes tres líneas más, suena el teléfono, te entra hambre, consultas el mail... y lees lo anterior. ¡Una puta mierda es!
Y borras o modificas.
Hay que seguir adelante, tu reloj interno te exige seguir :¡NO HAY TIEMPO, NO HAY TIEMPO! dice el Conejo Blanco de Alicia.
Pero no sabes por dónde retomarlo, se ha cortado la conexión, has perdido el hilo de Ariadna.
Y esperas un milagro que no siempre llega.
No sirve de nada enfadarse, ni pensar en dejarlo. Escribir es una droga demasiado atractiva a la que se vuelve siempre.
SIEMPRE

jueves, 21 de enero de 2010

En MARCHA

Ya estamos
Alicia ha echado a andar sin pedirme permiso. Pero siempre ha sido una niña muy independiente con muchas cosas que contar.
A mitad de texto compruebo las palabras van a alguna parte. No sé dónde pero van, y se clavarán en el centro de la diana porque así debía ser.
Podéis pasaros por el blog de la Cuarta Pared y acompañarme en este viaje.
BLOG EN BLANCO 09

jueves, 14 de enero de 2010

MALDITA CAFETERA!

O no... maldito pc que no me deja enviar enlaces de canciones.

Así que aquí los pongo.
Qué se iban a librar... seguro

http://www.youtube.com/watch?v=unAmdC0-0B8


Y otra de Aranis para quien no lo pudo ver (DE PROPINA)
http://www.youtube.com/watch?v=XDT2lDmPfz8

martes, 12 de enero de 2010

Hoy en el ensayo me metían en una trampa para osos, buscar referentes a mis personajes: ¡TIERRA TRÁGAME! debí decir, pero sólo he acertado formular frases inconexas mientras pegaba zarpazos a mis neurones. Yo sé pero no me hagáis decirlo.
El caso es que Alicia, mi ALicia, es una mezcla de muchas cosas y es una estrella fugaz. Un referente sin duda, es la poeta norteamericana Sylvia Plath, su lúcida y alucinada manera de ver el mundo ha aportado una simiente a este personaje.
Este poema habla por sus ojos, habla de un amor que odia y de un intenso recuerdo que ni siquiera le pertenece. 
Además, es un placer.


Daddy
Ya no me quedas no me calzas más
zapato negro, nunca más.
Allí dentro vivía como un pie
durante treintaitantos años, pobre y blanca,
sin atreverme a respirar ni decir achú. 

Papacito he tenido que liquidarte.
Estabas muerto antes de que hubiese tenido tiempo 
Pesado como mármol, talega llena de Dios,
estatua lúgubre una sola pezuña parda
Grande como un sello de San Francisco. 

Una sola cabeza sobre el caprichoso Atlántico
Donde derrama granos verdes sobre el azul
Aguas afuera de la hermosa Nauset.
Me acostumbré a rezar para que volvieras.
Ach, du. 

En la lengua alemana, en el pueblo polaco,
Raídos, nivelados por la aplanadora
De las guerras, las guerras, las guerras.
Pero el nombre del pueblo no es extraño.
Dice mi amigo el polaco. 

Que hay más de una docena
De modo que no puedo acertar dónde
Tú pusiste la planta, tu raíz,
Yo nunca pude hablarte
Se me pegaba la lengua al paladar. 

Se trabó en una trampa alambrada de púas
Ich, ich, yo, yo.
Apenas si podía hablar,
Creía que todo alemán eras tú
Y el obsceno lenguaje

Una máquina, era una máquina 
Insultándome como a una judía.
Otro judío a Dachau, Auschwitz, Belsen.
Como judía empecé a hablar
Y pienso que muy bien judía puedo ser. 

Las nieves del Tirol, la cerveza de Viena
No son tan puras ni tan auténticas.
Con mi linaje gitano y mi extraña suerte
Y mi mazo de Tarot, mis cartas de Tarot 
Muy bien puedo ser algo judía. 

Siempre te he tenido a ti
Con tu Luftwaffe, con tu glugluglú,
Y tu recortado bigote
Y tu ojo ario, azul celeste.
Hombre-panzer. Oh, tú... 

No Dios, sino una esvástica
Tan negra que ningún cielo podría cernirse.
Toda mujer adora a un fascista,
la bota en la cara, el brutal
brutal corazón de una bestia como tú. 

De pie estás en la pizarra, papi,
En la fotografía que tengo de ti,
Una hendidura en la barbilla
En vez de en tu pie.
Pero no menos demonio por eso, no,
No menos que el hombre de negro. 

Qué puso freno a mi lindo y rojo corazón
Tenía diez años cuando te enterraron.
A los veinte intenté morir
Y regresé, regresé a ti
Pensé que hasta mis huesos volverían también. 

Pero me sacaron de la talega
Y me reconstruyeron con goma.
Y entonces supe qué hacer.
Hice un modelo de ti.
Un hombre de negro con aire de Meinkampf. 

Amante del tormento y la deformación
Yo dije sí, sí quiero.
Así, papito, he terminado al fin.
El teléfono se arrancó de raíz,
Las voces ya no pueden carcomerme más. 

He matado a un hombre, he matado a dos 
Al vampiro que dijo ser tú
Y bebió de mi sangre todo un año,
Siete años si quieres enterarte,
Papito, puedes descansar en paz ahora. 

Hay una estaca en tu negro, burdo corazón,
A los aldeanos nunca les gustaste.
Están bailando y zapateando sobre ti,
siempre supieron que eras tú
Papito, papito: escúchame bastardo, acabada estoy. 
De Ariel

lunes, 11 de enero de 2010

Voy a actualizar el blog porque han pasado muchas cosas y ha pasado el tiempo. Voy a escribir unas líneas que me extraigan el veneno que se arremolina en mi sangre.
Voy a maldecir al cielo por no poner nombres concretos y sobre todo, por no contaminar mi escritura.
Llegó la Cuarta Pared, llegó el Año Nuevo, llegó la nieve.

Yo sé, sé algunas cosas.
Entrego mi corazón por las cosas que quiero. Lo hago desde niña y no he aprendido la lección. Me entusiasmo (de locura, de frenesí) con la gente y lo que es peor, confío en ellas.
Con toda la estupidez y con toda mi aparente bondad me trago el anzuelo y siempre voy a parar al lecho del río.
Puede que no me explique bien o sobre todo, a tiempo. Hay espuelas que duelen más cuando se recuerdan que cuando se clavaron.
Hay odio, desilusión, furia, hay una rabia eterna por tener algo que decirte y no ser capaz de decirlo. Hay un fondo del mar habitado por mil monstruos y todos ellos, reposan en mí.

La puta vida, el puto teatro, los putos amigos, los putísimos jefes, los putos amados, la puta esperanza y la fiebre del oro.
Y de nuevo en la cuerda floja. En el borde de tu tejado.
Tú, sí, tú... ¿me abres la ventana?
Decepción dos mil millones.
Laura, cuándo aprenderás a no querer.

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