jueves, 2 de febrero de 2012

Hoy leyendo el artículo de El País sobre el precario estado laboral de los bailarines en este país, me han entrado unas ganas terribles de actualizar mi blog y de añadir unas cuantas reflexiones.
Me han venido a la cabeza los repetitivos comentarios de gente cercana cuando te oyen suspirar o maldecir tu porca miseria y te dicen algo así como: Bueno, al menos, estás haciendo algo que te gusta.
Y se quedan más anchos que el Mediterráneo. De buenas a primeras, estas palabras parecen un halago, contienen incluso un deje de envidia que cómo vas a contestar con desdén.
Pues sí, parece ser que me gusta lo que hago, lo que sucede es que llega un momento que no me queda claro qué es lo que hago. Para poder sobrevivir tengo que diversificarme tanto que aunque en el fondo de mi cabeza haya una luz que me guíe hacia lo artístico, llego tan cansada al final del día que casi, se me olvida.
El hecho de que me dedique a "lo artístico" y que además, lo ame, no significa que no tenga derecho a cobrar dignamente por ello. 
Es como si a un profesor, un panadero, un futbolista o un científico le preguntasen: ¿te gusta tu trabajo? y si la respuesta fuese afirmativa, redujesen su salario brutalmente, y le condenaran a la inestabilidad y precariedad el resto de su vida.
El artículo que cito habla de la danza, pero para más inri he tenido también la fortuna de inclinarme hacia el teatro: hermana pobre no, expósita de las Artes (¡Vaya ojo! diría mi madre) 
Alguna vez he escrito que me dedico a esto porque no sé dedicarme a otra cosa. He mentido. Claro que sé dedicarme a otra cosa. Lo hago todos los días. He vendido ropa, cuadros, libros, he cuidado niños, he trabajado en un taller de carpinteria, de vidrio, he dado clases de particulares, a grupos, a jubilados, he repartido publicidad... me he comido toda la basura laboral que se pueda imaginar uno mientras estudiaba y sigo ahora, que ya no estudio oficialmente (porque no puedo, hoy por hoy, pagármelo)
Así que, sí, sé hacer otras cosas. Cosas que me amargan, que agotan mi creatividad y que adormecen pero no matan la vocecita que por las noches me pregunta: ¿y de lo tuyo qué?
De lo mío? qué es lo mío? trabajar si puedes en lo que sea si te dejan. Y ser feliz porque me gusta lo que hago. 

Siempre hay trolls absurdos y descerebrados (así estarán a salvo del holocausto zombie que se avecina, no hay más que sintonizar Intereconomía) que ponen en duda el valor de lo artístico como enseña de un país, que menosprecian su labor moral, didáctica y enriquecedora . Gente que minusvalora las horas de estudio, la formación y los sacrificios. Gente que te minusvalora, y eso incluye a algunos compañeros de profesión que ante la ingeniosa frase de: ¡Maricón el último! pisan sin vergüenza a sus congéneres cuando algún día pueden ser ellos los machacados por otros advenedizos. La ley del capitalismo lo ha contaminado todo, hasta el sentido común, entendido éste como una suma de sentidos particulares que no pasan sólo por la cartera.
Y ahí estoy yo, manteniendo una media sonrisa ante la frase: BUENO, AL MENOS TE GUSTA LO QUE HACES mientras siento que me duele la rodilla porque me lesioné preparando una actuación o una clase y no puedo cogerme baja, o pensando que cuando llegue a casa tengo que:
- Rascar la nevera de mi madre para prepararnos la cena (la pobre mujer trabaja por 700e en un sitio inmundo no, lo siguiente)
- Sentirme culpable por rascar su nevera y no rascar la mía porque no tengo una propia porque no tengo casa porque no me lo puedo pagar porque me dedico a una profesión de mierda que todo el mundo considera la hostia pero que luego no se cortan un pelo a la hora de racanearte una clase o una entrada.
- Enviar doscientos, quinientos curriculos actualizados, a color en pdf en la plantilla más original creativa de las dosmilquinientas que otros ya hayan enviado.
-Mirar por internet clases, talleres, masters que no puedo pagar pero con los que fantaseo continuamente porque sin aprender uno no puede, ni debe vivir. Escoger uno para hacerlo y cuando estás a punto de comprometerte, hacer cálculos y echarte atrás.
-Frustrarte.
-Mientras te frustras, llegará tu madre y dirá: qué mierda de cena es ésta- porque viene cansada y cabreada con el mundo y yo cabreada conmigo mismo y con el puto teatro y con mis múltiples jefes empresarios o exartistas tan jodidos como yo. Discutiremos
-Te frustrarás más.
- Llamar a tu amor o a tu examor, o a tu amiga del alma para llorarle un rato pero nada, nada, pondrá paz a ese dolor .
-Intentar dormir.
- Recordar que no he escrito, o que me queda aún algo por preparar.
- Soñar con el ministro Werth protaurino, antidoctrinal, "de los nuestros" como dijo en la gala del José María Forqué. Soñar con la empresa que me contrata para la Comunidad de Madrid y que se queda con el 80% de mi sueldo. Soñar con Esperanza Aguirre.
-DESPERTAR.

Y despedirme con dos besos de esa persona que, satisfecha, ha creído acallar mi media queja (par de mi media sonrisa) con su frase y que piensa que vaya suerte tengo, igual que decía el clérigo a Lázaro de Tormes mientras le daba las raspaduras del pan, roídas por los ratones: Come Lázaro ¡Come y triunfa, que el ratón cosa limpia es!

TRIUNFA.

Una canción para terminar: 


Nota a pie:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/otras/profesiones/bailarines/elpepucul/20120109elpepucul_5/Tes

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