domingo, 28 de febrero de 2010

Tarde de domingo

Nunca serán suficientes ni los besos ni las palabras.
Seguiré buscando por encima de la gente, al otro lado de la sombra.
Digo lo que pienso, tengo esa fatídica manía. Pienso mucho y resuelvo poco es la única explicación.
Cuando el dolor no es suficiente me abro heridas con letras de canciones, con vasos manchados de carmín. Y lloro, lloro por dentro como lloran los animales.
Llaman a eso talento; entonces, río.
No habéis conocido la noche en que quise fundirme con el suelo, ni el vértigo que produce una fosa abierta con tu nombre. No tenéis ni puta idea de lo que significa vagar por una ciudad que te devuelve tu imagen extranjera.
Entregué algo hace tiempo y no me lo devolvieron. Ya no me importa.
Es el vacío de las miradas lo que acrecienta mi furia. Y mi furia es tan eterna como lo son las noches de excesos.
No voy a encontrarlo no voy a encontrarlo. Nada sabe completarme, nada encaja como esa llave que siempre amanece manchada de sangre.
Cállate y sé tú.

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