jueves, 25 de febrero de 2010
Siempre es lo mismo, nunca es igual.
Conozco a alguien que no quiere mirar. No mantiene los ojos cerrados, ve, pero su foco está dirigido hacia dentro y hacia aquello que le sucede a ras de piel. Ignoro si se mira el omblogo o solamente al espejo pero sé, hay cosas que sé, que si mirara más allá se resquebrajaría su mundo.
Conozco a alguien ue huye hacia delante. Ha echado a correr sumergido en una nube liségica y se ha anestesiado el alma a base de extenuarse el cuerpo. El día que se detenga, porque ese día llegará, no podrá evitar mirarse a los ojos.
Y me pregunto en qué lugar situarme.
¿No quiero mirar?
¿No permito que mire mi cuerpo?
Me temo ue he emprendido una carrera a la deriva con los ojos cerrados y que la ostia que me voy a pegar va a ser magistral. Sólo así aprendo.
EN SAL, QUIERO CONVERTIRME EN SAL.
2 comentarios:
Hola, acabo de descubrirte y me parece extraordinario lo que escribes, mucho dolor intenso pero imagino igual podrás describir el amor.
Me encantó, felicidades!
(Además somos tocallas)
Gracias! lo escribo de corazón
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