viernes, 8 de octubre de 2010

LA FELICIDAD

Hace una semana que me propuse escribir sobre la felicidad.
Reconozco que mis últimos post han estado cargados de un tinte fatalista; a veces, la línea entre la tristeza real y la tristeza ficcionada se funde pero es tristeza al fin de al cabo, y la siento igual.
Pues bien, he estado dilatando esta entrada porque no encontraba algo feliz sobre lo que escribir. Nos pasamos la vida aguardando el milagro del cielo que nos recubra de gracia. Y no llega o cuando llega pasa de largo dejando una estela, eso sí, de melancolía.
En esta etapa de mi vida, etapa dura qué duda cabe, he descubierto y encontrado a gente realmente especial. Puede que antes no les prestase la atención adecuada o creyendo en eso de que todo llega en su momento, aún no hubiese llegado nuestro momento.  Quienes se fueron siguen camino y llevan mi amor con ellos, quienes entraron, bienvenidos sean, aunque no siempre esté a su altura.

En estos largos meses he emprendido un proyecto que me ilusiona, con bailarinas que admiro y de la que estoy aprendiendo que con fe y constancia cualquier idea puede convertirse en realidad.
Mi yo teatral ha llorado al finalizar Bruckner y ha reído porque se lo entregaba a mi pequeña familia, mis peoresdetodas. Se sacó también, unas manzanas del bolso y aunque estaban podridas, supo cumplir una promesa que aguardaba en el cabecero de su cama.
He sido valiente y cobarde con miles de canciones en la punta de la lengua, dispuestas al olvido y a los comienzos.
He viajado a sitios hermosos, he vuelto a lugares que debía mirar con los ojos de esta madurez recién hallada.
He dormido con mujeres tan cercanas a mí que lograron hacerme sentir parte de ellas.
He mentido por miedo.
He querido amar.
He amado y quizás logré desamar lo amado.
He mentido para que me amaran y he descubierto que no sirve de nada, que el viento sabe filtrarse en nuestras fisuras más profundas y sólo aflora lo que realmente vale la pena.
He empezado a perdonarme.
Me he mirado al espejo y he dicho: Bueno.
He logrado abrazar a personas que no conocían el abrazo.
He bebido vino desprovisto de pecado.
He mirado a los ojos a mi mayor monstruo y me pareció un tipo viejo y calvo.
Me han besado en medio de una calle, sin atender al tráfico ni a la noche.
He cantado canciones en la ducha y sentada en el borde de la acera.
Me han besado en lo alto de un cerro donde sólo nos quedaba el infinito.
He comenzado a recordar en vez de morir de añoranza.
Estoy empezando a creer en las promesas.
Protejo lo que creo valioso, procuro darme en cuanto soy.
Parece que cuando escribo sobre la felicidad sólo sé dar las gracias; me gusta compartirlo con vosotros.
Hoy, a estas horas, con este traje recién estrenado soy algo feliz. Y me pongo colorada. Será la falta de costumbre, el vértigo de lo que me espera ahí, entre la puerta y el gato.

Vaya, lo he conseguido.

2 comentarios:

Cherni dijo...

Me encanta la facilidad que tienes para expresar tus estados emocionales.
Disfruta de tu merecidad felicidad y gracias por compartirla.

Laura dijo...

De nada, ya iba siendo hora de escribir algo un poco más luminoso (aunque aquí el día no acompañe)