viernes, 24 de septiembre de 2010

Se ha acabado el verano.
Ha terminado una etapa de mi vida, un año más.
Escucho canciones en bucle. Me quedo atrapada.
Intento hacer lo correcto y siempre tengo la sensación de equivocarme. No nos enseñan a perdonarnos, a darnos margen para el error o la duda.
He escogido este camino como Edipo después de matar a su padre. Adelante, siempre adelante, sin pasado no hay temor- escribía en Bruckner. Pero Layo vuelve convertido en fantasma y me golpea en el corazón como si fuese una piñata. Sangro.
Soy la mejor de los peores, y la peor de los mejores. Nada más. De ahí que algunos crean admirarme. Están equivocados, deslumbrados con el reflejo de lo que proyectan en mí. No es real. Soy un falso rey con el pecado del incesto en la boca.
Sólo cuando a mi alrededor he extendido la peste, cuando quienes me amaron perdieron la vida y quienes me aman se han contagiado, he de asimilar que esta corona no me pertenece, no la merezco. Ni siquiera es de oro, me la regalaron en un burger por conservar el aspecto infantil.
Mi reino no es de este mundo, ni de otro. No tengo reino. No tengo nada. Y lloriqueo lastimera, para que me digan - no es para tanto- y odie esas palabras.
El puto Tiresias me vaticinó que algo así sucedería, que nada sería suficiente porque ése es mi castigo aunque ¿cómo se puede tener bastante de nada?
Tendré que arrancarme los ojos.
Sí, tengo que cegarme.

...la presa que se cobra el olvido.

3 comentarios:

Cherni dijo...

Por lo que escribes debes estar pasandolo mal y mira que lo siento. Si te sirve de algo, hace tiempo que aprendí que el arrepentimiento y la añoranza sólo sirven para pasarlo mal y para darme cuenta de ello me tuve que ir a vivir lejos de donde lo tenía todo o casi todo. Hay que tirar para delante, siempre adelante.

Laura dijo...

Bueno, estoy dejando cosas atrás, cosas que fueron valiosas en su momento y valoro lo que me queda ahora.
Pero sigo adelante, ya sabes, soy cabezota.Gracias

Anónimo dijo...

Tod@s nos sentimos así alguna vez, genial bailarina y profesora. Algunas veces, los que están a nuestro alrededor nos mostrarán una imagen brillante de nosotros mismos, pero tenemos que tener los ojos abiertos y tranquilos para aceptarla. Otras veces, el mundo nos devuelve imágenes terribles que no hablan de nosotras, sino de su propia fealdad; hay que ignorarlas. Y otras, la mayoría, tenemos que afrontar la imagen que nos mostramos a nosotros mismos en la soledad y es lo más difícil y terrible. Como en la Historia Interminable, mirarse uno a sí mismo en el espejo es la prueba más dura; algunas veces necesitamos aprender a mirarnos con amor. Un abrazo muy grande, yo sé que sigues para adelante, claro que sí! Una de tus alumnas más fieles, y, por cierto, abandonada. Tía, haz señales de humo o algo, que tengo lo del bellydance con una ilusión tremenda y me tienes en un sí pero no!!